En Londres, el guion parecía escrito de antemano: Sam Long cerraba la natación en última posición, con casi dos minutos de retraso sobre el penúltimo.
Un inicio que, para muchos, era material de chiste fácil. Sin embargo, lo que vino después no fue comedia, sino una demostración de fortaleza y carácter. El estadounidense enlazó adelantamiento tras adelantamiento hasta terminar peleando al esprint con Will Draper por el undécimo puesto.
En una prueba que contaba con algunos de los mejores nadadores del mundo, volvió a elegir el camino más difícil… y volvió a demostrar que rendirse no está en su manual.
Del último al ataque constante
En el Royal Victoria Dock, Long salió del agua 1:55 por detrás de Will Draper, con la estela de los favoritos ya lejana. Pero en la bici comenzó a limar segundos: ocho vueltas al trazado londinense que transformaron la tabla de tiempos y le llevaron a situarse a tiro de varios de los hombres que habían partido con ventaja.

En la carrera a pie, uno de sus puntos fuertes, firmó el cuarto mejor parcial del día con 1:00:49, cazando rivales hasta llegar a Draper.
El británico, que había debutado en la T100 en Vancouver, aceptó el reto: «He visto a Sam hacer esto con Lionel [Sanders], así que es genial que me haya tocado a mí. Llegó a mi altura a dos kilómetros del final, me atacó un par de veces y le propuse acabarlo de forma limpia, lado a lado». En el último giro, Draper cerró el paso por el interior y se llevó el pulso, pero la imagen de ambos entrando juntos resume a la perfección lo vivido el sábado.
Elegir el camino difícil
Long no tiene pasado de nadador. No hay en su infancia madrugones a la piscina ni marcas de récord juvenil, sino un progreso construido a base de constancia y paciencia.
Esa disciplina le llevó a alcanzar el número uno del ranking PTO la primera semana de junio de 2024 y a seguir buscando mejoras en la disciplina que más le cuesta. Por eso eligió medirse a rivales con currículos olímpicos en la T100, sabiendo que la brecha inicial sería inevitable.
Lo fácil habría sido evitar ese examen continuo, pero prefiere el desgaste que obliga a crecer. Tras la final de Dubái del año pasado, rompió a llorar en una entrevista: «Hace falta mucha fuerza para pelear así cada vez… la gente no sabe lo duro que es».

A su lado, Jan Frodeno –que en la primera edición de la Collins Cup le llamó, en broma, duatleta– resumió la admiración de sus compañeros: «No saben lo fuerte que lucha este hombre en cada carrera». Ni los contratiempos de su reciente stage en Italia —con caída incluida y una bici de alquiler sin potenciómetro— han cambiado su mentalidad.
Sam Long es la prueba de que elegir lo incómodo es lo que marca la diferencia. La próxima vez que alguien le use como excusa para no mejorar en el agua, quizá debería verle como la evidencia de que el esfuerzo, sostenido en el tiempo, acaba por acercarte a donde quieres estar.