el secreto de engordar está en la cantidad

Las personas solemos aficionarnos al mundo del deporte desde niños. Ya sea a través de deportes de equipo como pueden ser el fútbol o el baloncesto, o simplemente porque nos gusta correr y pasar un rato al aire libre. Pero uno de los motivos que lleva a la gente a ponerse en marcha y plantear una vida activa es la pérdida de kilos.

El propósito más común en cada año es la principal razón de gran parte de la sociedad para comenzar a incluir el deporte como parte de su rutina diario. La parte oculta de este objetivo es que no solo se consigue a través de una vida deportiva intensa, con sesiones de entrenamiento casi diarias. La alimentación juega un papel importante para el combate frente a la grasa.

Ismael Galancho, una de las voces más reputadas en asuntos de nutrición y deporte debido a que es el autor del libro «Requiem por una pirámide», aplica esa ley no escrita de que mediante una alimentación equilibrada puedes conseguir tus metas de una manera más sencilla.

Sin embargo, esa alimentación equilibrada no viene en función de lo qué comas. Debes reformular la preguntar y cambiar la conjunción. La palabra clave es el cuánto.

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Foto: Envato elements

Los porcentajes de obesidad más altos de la historia

El titular del encabezado no debería de sernos extraño. La explosión de las cadenas de comida rápida o productos ultracongelados, fáciles de preparar y cocinar, sumado al estrés de las responsabilidades familiares o laborales, nos dirigen a consumir esta clase de alimentos. Los datos son alarmantes. En la actualidad, todos los continentes están en su pico máximo en términos de obesidad.

La porción de la Tierra que ocupa el primer puesto en este ranking es el continente americano (América del Sur y del Norte): rondan el 30% de población obesa, lo que se traduce en que una de cada cuatro personas poseen un índice metabólico basal elevado. Las zonas del mundo que siguen la estela americana es Europa (con un 24%) y el este del Mediterráneo (21%). África y el sudeste asiático se sitúan como las poblaciones con menor índice personas que sufren obesidad en el mundo.

El problema no está en los azúcares y grasas

A pesar de que los datos que hemos señalado anteriormente puedan indicarnos lo contrario, los hábitos de consumo alimenticio han variado a lo largo de lo que llevamos de siglo XXI. Un ejemplo es la reducción en la ingesta de edulcorantes calóricos de la población estadounidense. El índice per cápita en el año 2000 estaba situado en los 67,5 kilogramos, mientras que en 2020 bajó hasta los 55 kilos por persona.

Otra de las mediciones llamativas es el notable descenso de la ingesta de alimentos azucarados. En la parte final de la década de los 90, se marcó un punto de inflexión en el que la sociedad de Estados Unidos pasó de ingerir 110 gramos de azúcar diarios hasta los 95 gramos en el año 2013. Las grasas es una de las características en las que nos fijamos a la hora de valorar si un producto es más saludable que otro.

La ingesta de grasas se ha visto aumentada debido al crecimiento en el mercado de productos inflados de grasas polisaturadas. Las grasas de origen animal, la que está presente de por sí en los alimentos de por sí como carne o huevos, han desaparecido de nuestro mesa por productos donde las grasas de origen vegetal son las dominantes. Los alimentos con aceite de palma o de maíz tienen un índice de disponibilidad de 36 kilogramos por persona mientras que las comidas de grasas de origen animal están en solo los 4 kilos per cápita. Estas últimas cifras son del año 2009, pero las cifras actuales solo han empeorado los resultados.

La sobreingesta de calorías es la culpable

Lo detallado en los párrafos previos solo indica que se han producido cambios en la alimentación. Sin embargo, los azúcares y las grasas no son las culpables de acumular peso en nuestro cuerpo. El consumo de caloría diario están en unos valores elevadísimos, si tomamos como referencia los indicadores de los años 60 o 70. En la actualidad, una persona introduce unas 2.500 calorías. Un número bastante superior si vemos que en la década de los 80 solían ingerirse 2.100.

El volumen de calorías consumidas ha crecido exponencialmente con el paso del tiempo, y con esta subida el porcentaje de población obesa ha ido de la mano. Un total de calorías diarias que vienen de los carbohidratos y grasas principalmente, mientras que el consumo de proteínas se ha mantenido en una llanura constante de los años de los 60.

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Foto: Unsplash // Janice Lin

Motivos principales de la acumulación de grasa

Las conclusiones a extraer de los datos son varias, a parte de las más obvias como que hay que reducir la cantidad de raciones en los períodos:

  • Es completamente falso que los carbohidratos y las grasas te engordan. Es más, sirven como principal fuente de energía para la práctica deportiva.
  • El déficit calórico brilla por su ausencia. Cada vez estamos más sobrealimentados y cada vez llevamos una vida más sedentaria. Estos dos factores sumados a posibles problemas de sueño o el estrés crónico contribuyen a una peor salud metabólica.
  • Los alimentos ultraprocesados no ayuden a la pérdida de la sensación de hambre. Son productos hiperpaltables e supercalóricos que no sacien en absoluto.
  • Por último, debes reducir el consumo de productos que contengan un azúcar excesivo y grasas de mala calidad, como pueden ser las grasas saturadas o las hidrogenadas.

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